sábado, 2 de febrero de 2013

La ventilación de los termiteros

Se ha dicho, y con buena razón, que los termiteros son maravillas de la ingeniería. Estas impresionantes estructuras, construidas a base de tierra y saliva, pueden alcanzar los seis metros de altura (20 pies). El sol cuece sus paredes, de 45 centímetros (18 pulgadas) de espesor, hasta dejarlas tan duras como el hormigón. Algunos termiteros se han edificado literalmente de la noche a la mañana.
Cerca del centro del termitero vive la reina, que pone varios miles de huevos cada día. Las termitas obreras, ciegas y sin alas, se encargan de llevar los huevos a celdas especiales donde cuidan de las larvas una vez que estas salen del huevo. Ahora bien, es posible que la mayor maravilla de este nido sea su sistema de ventilación.
Analice lo siguiente: Una serie de cámaras y galerías mantienen una temperatura constante en el interior aunque las condiciones exteriores cambien. Por ejemplo, en Zimbabue (África), la temperatura exterior puede llegar a más de 38°C (100°F) durante el día y bajar hasta los 2°C (35°F) por la noche. Sin embargo, el interior del termitero se mantiene a 31°C (87°F). ¿Por qué?
En la zona inferior del termitero hay agujeros de ventilación situados estratégicamente que permiten la entrada de aire fresco, mientras que el aire caliente y viciado es expulsado por la parte de arriba. Desde una cámara subterránea entra aire más frío que circula a través de los túneles y celdas. Las termitas abren y cierran los agujeros para regular la temperatura según sea necesario. Para ellas es fundamental que la temperatura siempre sea la misma, pues eso les permite cultivar el hongo que constituye su alimento principal.
El diseño del termitero es tan extraordinario que un grupo de arquitectos empleó un sistema parecido para construir un edificio de oficinas en Zimbabue. Dicho edificio tan solo consume el 10% de la energía que necesitaría uno del mismo tamaño construido según los modelos tradicionales.

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